
La integración de la biodiversidad en Una Salud

podemos contribuir significativamente al éxito de este plan.
Una mejor comprensión de los vínculos entre biodiversidad, salud y enfermedad ofrece importantes oportunidades para el desarrollo de políticas sanitarias acertadas. Puede también, mejorar nuestra visión de cómo las medidas centradas en la salud afectan la biodiversidad, y las medidas de conservación afectan la salud.
Ante la amplitud y complejidad de estas relaciones y los factores socioeconómicos que las influyen, en el contexto de unas tendencias globales que cambian rápidamente, reafirmamos la necesidad de una estrategia integradora, un enfoque multidisciplinario y sistémico de la salud de las personas, la ganadería y la vida silvestre dentro del contexto del ecosistema.
La pérdida de biodiversidad, la fragmentación del hábitat y la pérdida de entornos naturales amenazan toda la gama de sistemas que sustentan la vida y los servicios proporcionados por los ecosistemas en todos los niveles de la biodiversidad, incluidas las especies, la diversidad genética y ecosistémica.
La alteración de los servicios ecosistémicos ha tenido implicaciones directas e indirectas para la salud pública, que probablemente exacerbarán las inequidades en salud ya existentes, ya sea por exposición a peligros ambientales o mediante la pérdida de medios de vida.
El enfoque Una Salud proporciona un marco valioso para el desarrollo de políticas e intervenciones mutuamente beneficiosas en el nexo entre salud y biodiversidad, y es fundamental que este concepto integre la biodiversidad en su agenda estratégica.
La biodiversidad puede considerarse como la base de la salud humana. Según lo definido por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la biodiversidad es “la variabilidad entre los organismos vivos de todas las fuentes, ya sean terrestres, marinas y otros ecosistemas acuáticos, y los complejos ecológicos de los que forman parte; esto incluye la diversidad dentro de las especies, entre especies y de los ecosistemas”.
Es la fuente de nuestros cultivos para la alimentación y la mayoría de nuestras medicinas (tanto tradicionales como medicamentos y productos farmacéuticos). Los ecosistemas en los que dependemos del agua dulce y para regular el clima, las inundaciones y las enfermedades, no funcionarían sin la biodiversidad.
Ella también apoya nuestro bienestar físico y mental, ofrece enriquecimiento cultural y espiritual, y proporciona medios de vida, particularmente para quienes viven en las zonas rurales.
Los vínculos entre biodiversidad y salud son intrincados, multifacéticos y complejos, y se manifiestan en diversas escalas espaciales y temporales. Algunos de los más pequeños organismos del mundo microbiano impulsan algunos de los fenómenos de mayor escala en el planeta, incluyendo la fotosíntesis y el ciclo del nitrógeno, esenciales para la vida en la Tierra.
Nuestros sistemas de producción de alimentos dependen de una gran cantidad de organismos: productores primarios (fotosintetizadores), herbívoros, carnívoros, descomponedores, polinizadores, patógenos, enemigos naturales de plagas.
A un nivel más íntimo, la microbiota humana – comunidades microbianas comensales presentes en nuestro intestino, en nuestro tracto respiratorio, orofaríngeo y urogenital y en nuestra piel – contribuye a nuestra nutrición, ayuda a regular nuestro sistema inmunológico y previene infecciones.
Al mismo tiempo, la biodiversidad es el origen de la mayoría de las enfermedades infecciosas, especies exóticas invasoras y plagas agrícolas, así como cepas de bacterias resistentes.
Comprender estos vínculos entre biodiversidad y salud es más importante que nunca a medida que intentamos gestionar la biodiversidad y los ecosistemas para alimentar a una población que se prevé superará los 9 600 millones para 2050, satisfacer las demandas de una rápida urbanización, adaptación y mitigación del cambio climático, y reducir la carga de enfermedad.
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