Con profundo dolor, pero con el corazón lleno de gratos recuerdos, despedimos el pasado 21 de septiembre a nuestra querida Helena Domech Quevedo, Helenita, como cariñosamente la llamamos quienes la conocimos.
Su camino, marcado por la curiosidad intelectual y una calidez humana excepcional, comenzó en las aulas de nuestro Vedado habanero. Fue una joven achinada y risueña, de voz baja, cuya sonrisa formó parte del paisaje de aquellos institutos preuniversitarios “Antonio Guiteras” y “Saúl Delgado”, donde compartió esas tardes lindas y traviesas que forjan la amistad y definen la adolescencia…
Esa vocación por entender la sociedad la llevó a estudiar Sociología en la Universidad de La Habana. Fueron esos estudios los que pulieron sus innatas dotes para el saber hacer y el saber decir; fue la sociología la que le proporcionó las herramientas para comprender las dinámicas humanas, una comprensión que aplicaría con maestría a lo largo de su vida profesional.
Muchos tuvieron el privilegio de conocerla en el Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas (CNICM). En la etapa de florecer y crecer de aquella institución pionera, Helenita fue una protagonista esencial. Supo dirigir y, sobre todo, enseñar con el ejemplo, inculcando el amor por el trabajo bien hecho, la ética inquebrantable y el buen trato hacia todos.
Su brillantez y experiencia trascendieron fronteras en su etapa en la UNESCO, para luego regresar y enriquecer de nuevo el quehacer científico en la Editorial de Ciencias Médicas (ECIMED). En cada uno de estos espacios, dejó la huella imborrable de su profesionalismo y su humanidad.
Sus compañeras, amigas y todos los que la conocieron a lo largo de estos años, lamentan enormemente su partida. La recordamos como la amiga discreta, siempre responsable, ética, de saber enseñar, de saber decir la palabra justa y de respetar a todos sin excepción.
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